Genís Roca: “El motor de la economía del futuro es la confianza y las ventajas competitivas se construyen en base a la ética”

Entrevista #ImpactAdventurer a Genís Roca

Presentar a nuestro nuevo #ImpactAdventurer en pocas líneas no es fácil. Arqueólogo de formación (y apasionado por la historia), Genís Roca ha desarrollado su carrera como especialista en cultura digital y procesos de transformación. Fundador de RocaSalvatella, y presidente de Fundació puntCAT y la Associació Confluencia.cat, es miembro de la junta directiva del RACC y de los patronatos de Fundació Enciclopèdia Catalana, Fundació Escoles Garbí y del nuestro, miembro de consejos asesores de la Generalitat de Catalunya, Ajuntament de Barcelona, Mobile World Capital, Asepeyo, GVC Gaesco, Fundació Factor Humà y las universidades de Girona, Mondragón y Oberta de Catalunya, director del postgrado en Transformación Digital de las Organizaciones de la Universitat Pompeu Fabra y colaborador docente en más de una veintena de universidades y escuelas de negocio, además de contar con una actividad continuada en diferentes medios de comunicación.

Con Genís Roca hablamos en esta entrevista sobre la transformación de la sociedad, la revolución que viene, los modelos sobre los que se trabajará ese cambio y el papel de los datos en él. ¿Nos acompañas en esta charla? 



La Revolución hacia el impacto social y medioambiental

Lo que nos define como humanos es que somos revolucionarios, nuestra capacidad de cambiar de manera contundente y cambiar de modelo. ¿Nos encontramos ante uno de esos cambios?

Nos encontramos en un momento de cambio que está por ver si va a ser cambio o revolución. Dependerá de nuestras ganas de lucharlo y de luchar por lo que consideremos que son nuestros derechos y nuestras causas. Esta es una idea que últimamente la utilizo mucho porque me parece que cambiar no va a ser suficiente. Habrá que luchar. Y por eso reivindico la palabra revolución, porque revolución implica una ruptura con lo anterior y estar dispuesto a enfrentarse a lo que representa lo anterior en defensa de un modelo nuevo. 

¿Y hacia dónde va ese cambio?

Me parece que venimos de un modelo industrial, que está dando síntomas de agotamiento, y que vamos hacia un modelo nuevo que es el digital. Estamos justo en esa transición tan incómoda en la que el modelo anterior, que es el industrial, ya no me gusta, pero el modelo nuevo, que es el digital, todavía está por demostrar cosas, y estamos en esa coyuntura de lo viejo no me sirve, lo nuevo todavía no funciona del todo. Y es francamente incómodo. 

¿Por qué?

La revolución industrial, el modelo anterior, ha organizado la sociedad y ha organizado los valores alrededor del trabajo, y esto lo hemos hecho durante 200 años. El trabajo te define, el trabajo te explica, sin un contrato no te alquilan un piso, sin un contrato no te dan un préstamo, el trabajo es el pasaporte social para presentarte y para meritar ante el resto. Y esto está cambiando, se nota mucho en las generaciones nuevas, no aceptan que sea el trabajo lo que las define y no están dispuestas a hipotecarlo todo por una carrera profesional. El cambio de modelo es que ahora, lo que nos va a definir, el nuevo contrato social, ya no se construye alrededor del trabajo, sino alrededor de la información y de los datos. Es más, el sistema, siempre hay un sistema, ya no quiere de nosotros nuestro trabajo, quiere de nosotros nuestros datos, y el modelo de relación ya no es si trabajas te daré dinero, sino que es, si me das datos te daré servicios. Luego hay que rehacer los tratos. Ya no son sobre el trabajo, ahora son sobre la información y eso hay que discutirlo todo, hay que reescribir el modelo y, por eso, necesitaremos una lucha en defensa de nuestros derechos. 

En algunas de tus charlas comentas que las revoluciones de la historia tienen en común que aparece una tecnología que modifica el contrato social, ¿cuál es la tecnología que está cambiando el nuestro?

Siempre ha habido una tecnología en el motor de los cambios de la humanidad. La tecnología que está detrás del neolítico es la agricultura y la ganadería, la tecnología que está detrás de la revolución industrial es el motor de vapor, el motor eléctrico, el motor de combustión… Incluso te diría que, en la transición de historia medieval a historia moderna, la imprenta tuvo un papel, porque modificó los sistemas de transmisión del conocimiento. Yo creo que ahora estamos con una tecnología que modifica todo, que es la tecnología digital. Pero para no confundir digital con informática o con internet o con webs, es esta capacidad que hemos descubierto los humanos de convertirlo todo, todo, todo en 1 y 0. Somos capaces de codificarlo todo en 1 y 0 y eso modifica la manera de ejecutar procesos, de socializar, de relacionarnos, de transmitir conocimiento, de aprender, de jugar, de enamorarse… Esa capacidad de expresarlo todo en 1 y 0 que destruye la distancia y cambia los paradigmas, me parece determinante. Luego le añades procesadores, ordenadores… Estamos en eso: La revolución industrial introdujo procesos, la digitalización lo convierte todo en datos. 

¿Todo puede convertirse en 1 y 0 o lo estamos llevando todo al extremo?

No pasa nada porque todo sean 1 y 0. Que la realidad se pueda expresar en 1 y 0 no es malo. Como tampoco es bueno. Es así. La típica metáfora de un cuchillo por sí solo no es malo, puede ser un bisturí o puede ser un arma asesina. Que lo expresemos todo en 1 y 0 no es malo. Amplía nuestras capacidades. Las tecnologías relevantes para la historia de los humanos amplían nuestras capacidades. La trampa aquí está en el uso de la palabra tecnología. Esto lo dijo Alan Kay, si usas la palabra tecnología es para referirte a cosas que han aparecido después de tu nacimiento, si hubieran sido anteriores a tu nacimiento, no las llamarías tecnología. Yo cuando veo una radio no pienso, ui, que tecnología, pero para mi abuelo eso era tecnología. Yo he visto llegar los ordenadores. Cuando yo nací no había, y ahora hay. Y para mí eso es tecnología. Cuando dices tecnología delatas como de sorprendido te ha pillado. Y si le llamas nuevas tecnologías ya estás reconociendo que directamente no lo entiendes. 

Una revolución no es un cambio amable y supone una lucha… ¿Crees que está la sociedad actual dispuesta a luchar por ese cambio?

Sí, con el matiz que no es necesario que todo el mundo se ponga a luchar. Cuando apareció la revolución industrial, no había reglas sociales alrededor del trabajo y las jornadas laborales eran de 12-14 horas, había trabajo infantil, no había protección del trabajo, te podían despedir de un día para otro sin causa justificada, si enfermabas dejabas de trabajar y dejabas de cobrar… no había derechos. Los empresarios que tenían las fábricas no eran malas personas, déspotas y salvajes, no había normas. Luego hubo personas que consideraron que eso había que lucharlo y empezaron a pedir unas condiciones laborales. Pero mientras esas personas estaban arriesgando personalmente en esa lucha, asumiendo riesgos -eran despedidos, eran golpeados, eran matados-, había cientos de miles de personas que cada día iban a trabajar. Y está bien. No hace falta que todos seamos unos revolucionarios. En este caso, ¿está la sociedad dispuesta a asumir el coste? Seguramente no. ¿Hay alguien dispuesto a asumir el coste? Seguramente sí. 


Modelos de impacto social y medioambiental

La pandemia, la crisis del cambio climático, la crisis de los refugiados… ¿harán que ese cambio se construya alrededor de un modelo más de impacto social y medioambientalmente responsable?

Sí, pero me gustaría matizar por qué. Estamos haciendo un intento de enlazar lo que está pasando con lo que había pasado. Estas revoluciones se parecen un poco a las anteriores. Estoy constantemente haciendo referencias a la revolución industrial, etc. Si mantenemos ese intento de basarnos en lo que ha pasado para entender lo que está pasando, hemos dicho que todas las revoluciones tienen en el paisaje una tecnología disruptiva. Hay otra característica y es que, en cada una de esas revoluciones, el tamaño del grupo humano crece. En el paleolítico éramos nómadas y en el neolítico pasamos a ser sedentarios. Hay una tecnología: la agricultura y la ganadería. Pero hay otra cosa y es que cuando éramos nómadas el grupo de humanos éramos 15-20-25 personas desplazándonos por el territorio, y cuando somos sedentarios nos estabilizamos en un poblado y de repente somos 200 o 300 personas en un poblado. Las reglas sociales y de convivencia de 15, no sirven para 250. Luego, esa tecnología que nos ha provocado un cambio en las relaciones, pide un nuevo contrato. En la revolución industrial hay un éxodo masivo a las ciudades y, de repente, aparece un núcleo urbano donde viven 50.000-60.000-80.000-100.000-150.000 personas. Las reglas sociales aquí son otras. Y, ahora, con esta tecnología y esta revolución, el nuevo tamaño, como mínimo es continental, porque aparecen monstruos como Google o como Facebook, que gestionan 1000 o 2000 millones de usuarios, o de clientes. Si te fijas ahora tenemos un modelo, que es el americano, con empresas capaces de gestionar 1000 millones de clientes, y aparece otro modelo, que es el chino, con estados capaces de gestionar 1000 millones de ciudadanos. Por eso creo que ahora las causas son el medio ambiente, los derechos humanos, la injusticia… porque en un contexto en el que el grupo es más grande, las causas tienen que ser más generales. ¿Y qué causas generales tenemos? El planeta, los derechos de las personas, el papel de la mujer, el machismo… Estas son causas universales que convocan por igual a un chileno, que a un español o a un francés. En otras palabras, ahora la agenda de problemas es global. 

Ese cambio hacia un modelo de impacto, ¿deben liderarlo los ciudadanos, las empresas o la administración pública?

La respuesta bonita sería que todos se sienten implicados en la agenda de problemas globales y todos hacen lo que pueden en esa lucha. Pero la respuesta honesta es: no espero nada de los gobiernos, nada, porque siguen gestionando con parámetros de revolución industrial, y eso, siendo generosos, es siglo XIX, ya ni XX. La estructura mental, todo, los partidos, los sindicatos, todo eso, se diseñó en el siglo XIX y estamos en el XXI. No espero que por ahí vengan soluciones de futuro. Más bien espero que por ahí vengan resistencias por continuar en el pasado. Y de las empresas, tendré de los dos tipos, de las que exploran el futuro, o el presente, y de las que se quieren mantener en el pasado. De las que exploran el futuro, claramente, van a hacer apuestas por merecer la confianza de las personas. Y las empresas que quieran merecer la confianza de las personas, tendrán que compartir nuestros valores y nuestras causas, que son las que son, porque vivimos en los tiempos que vivimos. Luego, tengo poca esperanza en los gobiernos y tengo alguna esperanza en algunas empresas, pero donde tengo más esperanzas es en la ciudadanía. 

¿Es compatible ese modelo de impacto con una sociedad que busca cada vez más inmediatez y personalización extrema de los servicios?

Es perfectamente compatible ser ágil y ser capaz de personalizar los servicios, con ser sostenible y educado con el mundo. No veo la incompatibilidad. Esta tecnología permite precisamente que las propuestas sean personalizadas. Y eso puede ser perverso o buenísimo. Dependerá de los motivos y de las causas y de los usos, pero, de per sé, no tiene por qué ser malo. Es la primera vez en la historia de la humanidad, la primera vez, desde hace solo 4 o 5 años, que es razonable hablar de personalización masiva. Hasta ahora, lo personalizado era artesano y lo masivo era industrial. Pero con esta tecnología -Netflix, Spotify, los que quieras- es la primera vez que es posible personalizar mucho de manera industrial, de manera escalable. Esto puede ser terrible, o maravilloso, dependerá de las reglas de juego que establezcamos. 

Inmediatez, tenerlo todo ya y, a poder ser, a bajo coste… ¿cómo se puede gestionar esto de una manera sostenible? 

Seguro que se puede, pero por el camino hay que cambiar cosas. Por ejemplo, de una manera sostenible no quiere decir como habíamos hecho hasta ahora. Hay que hacer cosas nuevas. El problema de empresas como Glovo, y por no personalizarlo en Glovo, el problema de los trabajos de plataforma parece que es que precariza las relaciones laborales y podría no ser bueno para las personas que trabajan en esas plataformas. Tal y como está ahora parece claro que es malo. Pero yo, y conste que no estoy ni a favor ni en contra del trabajo de plataformas, lo que creo es que hay que rediseñar el modelo. Y ese modelo no puede ser el anterior de “entro a trabajar en un sitio 8 horas, contrato indefinido, solo en ese sitio…”. El problema que tenemos ahora es que la gente que tiene multitrabajo tiene menos derechos laborales que el que tiene un contrato indefinido, y lo que precariza no es el multitrabajo, lo que precariza es que el marco legal no entiende el multitrabajo. Seguimos con el modelo anterior de “hay que tener un trabajo a full time”, que, si alguien lo encuentra que lo aproveche, pero es que pinta que hay gente que no lo va a encontrar y hay gente que no lo querrá. Entonces, los que queremos o tenemos cinco trabajos, ¿por qué tenemos menos garantías laborales? Con lo cual, la plataforma es un problema, pero el regulador también lo es. Y si mezclo los dos problemas me sale un lío, uno aprovechando los límites y el otro incapaz de reorientarlos. 


El poder de los datos para impulsar el Impacto

Otra de las características de esta sociedad es el uso de los datos. ¿Son los datos el nuevo motor de la economía?

Claramente. Lo que genera valor ahora es la información, tanto o más que el dinero. Se ha dicho mucho eso de que los datos son el petróleo de la nueva economía, que es una metáfora que me gusta porque el petróleo es sucio. Vamos mal si es petróleo. Pero ahora estamos así, los datos hoy son petróleo: contaminan, ensucian, etc. A mí me gustaría decir que el motor de la economía del futuro es la confianza. Me parece un mensaje más interesante. Porque estoy de acuerdo, sin datos no vas a poder ofrecerme un servicio personalizado, por tanto, diríamos que el dato es el motor. Pero no. Sin datos no podrás ofrecerme un servicio personalizado, pero ¿qué necesitas para tener mis datos? Mi confianza. Luego, en lugar de orientarte a conseguir mis datos, oriéntate a conseguir mi confianza e iremos más lejos. Porque si te orientas a tener mi confianza, yo te voy a dar mis datos. Pero la relación es muy distinta si estás intentando tener mis datos que si estás intentando tener mi confianza. Por ejemplo, si estás orientado a tener mis datos, te vas a basar mucho en ingeniería, pero si estás orientado a tener mi confianza, te vas a orientar muchísimo más a las conversaciones y al tipo de relaciones que vamos a tener tú y yo. 

¿Cómo una empresa puede asegurarse de no quedar al margen del uso de datos para desarrollar su negocio? Y, ¿cómo se compatibiliza eso con la privacidad de la información del usuario?

Mereciéndolos -que no capturándolos sin mi permiso-, primera y, segunda, siendo exquisitamente transparente. Yo no debería tener ninguna duda sobre qué datos tienes de mí, para qué los utilizas, con quién los utilizas y que tengo la capacidad de pararlo. Hoy mismo no tengo esa certeza de nadie, de nadie. 

¿Pueden los datos ayudarnos a solucionar los grandes retos de la humanidad? 

Sin duda. Esta tecnología es llave de nuevas soluciones, como lo han sido todas las tecnologías anteriores. Con la agricultura menos hambre, con el fuego menos frío, con las gafas veo mejor… Y esta tecnología puede ayudar, también me puede complicar, pero básicamente me puede ayudar. Yo hoy tengo más herramientas para relacionarme con los míos, puedo llamar a mi tía y preguntarle cómo le han ido las navidades pese a que está muy lejos, y eso amplía mis capacidades para ser buena persona. Lo único que ahora habrá que aprender a ser prudentes cuando usamos internet. Estamos al principio y está lleno de gente que se quema y gente que tiene problemas con ella, pero no creo que esta sociedad esté dispuesta a renunciar a esta tecnología. Nos mejora demasiadas cosas. 

¿Conoces algún proyecto que utilice los datos en pro de impulsar su impacto social o medioambiental?

El proyecto de referencia en nuestra casa es Civio. La gente de Civio utiliza datos para la mejora de nuestra sociedad. No solo utiliza datos, sino que además vigila los usos que se hacen de los datos. Su campaña en defensa del bono social es épica. Explico por si alguien se había perdido: el Gobierno dictaminó que las familias con riesgo de pobreza energética que acreditaran que sufrían pobreza energética podrían pedir un descuento o que no tuvieran que pagar su factura de gas o de electricidad. Para hacer eso hicieron un formulario web. Súper práctico, una persona que no puede pagar, que tiene pobreza energética se va a conectar a internet y va a llenar un formulario, no pasa nada… Pero como eso a veces no era tan obvio había ONGs que ayudaban a esas familias a rellenar ese formulario web para pedir la ayuda del bono energético, y como estas entidades hacían varias, decían, “ostras, y a esta familia el algoritmo me contesta que no, que no se le concede, cuando lo tienen todo, calla que no haya un error en el algoritmo, porque nosotros tenemos opinión y criterio”. Y exigieron al Gobierno que explicara cómo era el algoritmo y el Gobierno se negó a revelar cómo era el algoritmo. ¿Y por qué no? Porque si se sabe cómo es el algoritmo harán trampas. Tú estás haciendo trampas, porque hay gente que merece la ayuda y no la está recibiendo. Juzgado. Exigiendo cómo es el algoritmo porque se están tomando decisiones basadas en datos y podría no estar bien. Todo eso es Civio. 

La tecnología es cada vez más generalizada y está al alcance de todas las empresas -ya sea en propiedad o a través de colaboración con otras-, y esto hace que deje de ser un elemento diferencial. ¿Cómo consigue ahora una compañía ser más atractiva que otras para sus usuarios?

Eso lo tengo claro. Durante los últimos 20 o 30 años la tecnología ofrecía ventajas competitivas sostenibles a las organizaciones. Yo creo que esto se ha acabado. La tecnología ya no da ventaja competitiva sostenible. Una ventaja competitiva basada en tecnología te va a durar seis meses, ocho, diez o doce, pero ya no te dura 4 años. Si tú buscas ventajas competitivas sostenibles creo que las tienes que buscar en la ética. Y si construyes ventajas competitivas basadas en ética, creo que te pueden durar 4 o 5 años respecto a tu competidor. Porque si tú eres una compañía que ofrece a todos sus clientes acceso a la información que tienes de él, a modificarla y a editarla y tal, yo creo que la mayoría de empresas van a tardar un poquito en poder hacer esto. Y luego, si queremos conciliar, ventajas competitivas basadas en la confianza. 

En un artículo en Vía Empresa hacías un llamamiento a volver a los planes estratégicos a largo plazo. ¿Cómo ayuda este tipo de planificación a una empresa en un mundo donde todo cambia tan rápido?

El mundo no cambia tan deprisa. Ojalá. Esto es una camama que nos han colado. El mundo cambia a un ritmo más alto que nunca, que no es rápido, porque es imposible que el mundo cambie rápido. Estamos en una transición hacia un modelo digital, si lo miras bien, llevamos 25 años ya con la cosa esta del digital y todavía estamos empezando, y si todo va igual de rápido que hasta ahora, que es mucho, puede que esta transición de un modelo industrial a un modelo digital la hayamos hecho en solo 75 u 80 años. La revolución industrial nos ocupó más de 200 años y la neolítica nos ocupó más de 500, o sea que realmente vamos muy rápidos, más que nunca, pero son 80 años. Este es un ritmo razonable, está bien, es un ritmo que podemos perfectamente observar, entender, incorporar y movernos. Y es lo que estamos haciendo. 


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