El éxito de una startup de impacto depende de muchos factores: la idea, el modelo de negocio, el impacto generado, la solución aportada a una problemática social o medioambiental concreta… Pero si hay algo que se convierte en un pilar fundamental, como en cualquier otro tipo de startups, es la financiación inicial y el apoyo financiero a largo plazo. ¿Cómo consiguen los fundadores ese dinero para poner en marcha o hacer crecer su proyecto?
Son muy pocos los emprendedores que cuentan con capital suficiente para iniciar su negocio. Por ello, deben recurrir a inversores externos para que financien su idea. El tipo de financiación a la que accederán, depende mucho del tipo de startup y de la fase en la que se encuentra:
Fase preseed
Se trata de la fase inicial de una startup, donde la idea empieza a dibujarse como proyecto a través de un plan de negocio, que servirá para presentar esa idea y su viabilidad a los financiadores y convencerlos que invierten en la puesta en marcha.
En esta fase es importante plantear cuánto dinero va a necesitar el equipo emprendedor para llevar a cabo su idea. La fase preseed tiene una duración aproximada de un año. Los fondos necesarios durante este tiempo son, en comparación con los de otras fases de desarrollo, aún manejables. Dependiendo del sector y del producto respectivo, se estima que para la puesta en marcha se requieren entre 50.000 y 500.000 euros. No obstante, encontrar fondos durante este periodo es difícil, ya que al principio no suelen obtenerse beneficios y, por lo general, pueden ofrecerse pocas garantías a los inversores. Las formas clásicas de financiación de una startup en fase preseed son:
- Ahorros: algunos emprendedores pueden recurrir a sus ahorros para la puesta en marcha de su startup, aunque la financiación completa a través de ahorros propios es una excepción.
- Familia, amigos y entusiastas: los conocidos como las tres Fs (family, friends and fools) pueden ayudar financieramente para que la startup cuente con más capital propio. Además, también hay personas que, pasando por alto los puntos débiles de la puesta en marcha o el riesgo de una startup, invierten en ella porque la idea de negocio les atrae o simplemente porque encuentran simpáticos a los fundadores.
- Premios, subvenciones y financiación pública: los emprendedores pueden solicitar ayudas públicas para financiar su startup. Muchos de estos fondos provienen de subvenciones estatales para la creación de empresas, aunque otros proceden de instituciones del sector privado, como los bancos. Además de los programas clásicos de financiación de una startup, durante la fase seed también puede optarse por participar en concursos de ideas o de planes de negocios.
- Business angels: contar con la participación de business angels puede aportar a la startup, además de financiación, un mentor que le aporte tiempo y experiencia en la puesta en marcha y desarrollo del negocio.
- Créditos para emprendedores y préstamos participativos: antes de la puesta en marcha oficial de la startup, puedes solicitar un crédito para emprendedores, así como un préstamo participativo.
- Financiación a través de crowd: el crowdfunding, crowdinvesting y crowdlending pueden contribuir a la creación de una base financiera para la startup. Este tipo de campañas necesitan tiempo y preparación, ya que la presentación del proyecto en la web debe ser detallada y atractiva para que las personas quieran participar en su desarrollo.
Desde Fundación Ship2B, a través de la red de inversores y el vehículo Equity4Good -que ya ha cerrado la fase de inversión-, “invertimos en proyectos que están en fase preseed o seed y tickets entre 50.000 y 100.000 euros iniciales”, explica Guillermo Sarrias, senior advisor de la Fundación. “Como inversores en proyectos de impacto, lo primero que valoramos es la intencionalidad del equipo emprendedor, que realmente tengan intencionalidad de generar un impacto y, luego, ver que su modelo de negocio, efectivamente, va a generar un impacto social y medioambiental positivo”, detalla Sarrias. Añade que, “una vez resuelto este punto, que para nosotros es, evidentemente, fundamental, los siguientes criterios son los más similares a cualquier otro inversor profesional: vamos a fijarnos muy especialmente en el equipo, tiene que ser un equipo potente, bien balanceado, y con habilidades y conocimientos adecuados para llevar el proyecto a buen término. En segundo lugar, tiene que haber una tecnología que haga que el proyecto sea escalable y pueda crecer rápidamente. Después, que el mercado sea grande, que el modelo de negocio esté bien definido y que ya exista alguna evidencia de que este modelo de negocio es aceptado por el mercado. Es decir, que ya haya algunas primeras ventas con las que se pueda contrastar que lo que ellos han dibujado está aceptado por los potenciales clientes”.
Fundación Ship2B no solo busca la inversión para estas startups, sino que una vez invertida “nosotros participamos en los consejos de administración, normalmente como observadores, y, a partir de aquí, ofrecemos nuestro apoyo tanto desde el punto de vista de inversión, para prepararlas para siguientes rondas si es necesario -que con el vehículo de Equity4Good puede ir hasta el medio millón de euros-, como el de desarrollo de negocio y el impacto, aportándoles nuestra experiencia, contactos con nuestro ecosistema, etc.”, explica Sarrias. Uno de los puntos más importantes en este acompañamiento de la startup son las métricas que “para nosotros, son igual de importantes las económicas como las de impacto. Los ponemos en el mismo plano. Si en algún momento hay una contracción, que para crecer más vamos a perjudicar el impacto, nosotros nos posicionamos en un término un poco intermedio y vamos a ser más conservadores en el crecimiento, siempre y cuando eso implique mayor impacto”, remarca nuestro senior advisor.
Fase seed
En la fase semilla la startup ya tiene un equipo de trabajo definido y dedicado a la empresa. Además, ya existe un producto mínimo viable que se ofrece ya a potenciales clientes para su validación, así como a inversores en busca de capital. La fase semilla se centra en el desarrollo de producto, el proceso de testeo y la relación con el mercado.
De media, esta fase semilla dura entre 1 y 3 años. Los costes aumentan en esta fase porque, además de implementar el producto, se tiene que conseguir dinero para nuevos empleados y campañas, por lo que se estima que la startup necesitará entre 100.000 y 1,5 millones de euros para poder hacer frente a esos gastos adicionales. Además de los citados anteriormente, aquí ya aparecen otros actores como:
- Family Offices: gestores de patrimonio o wealth managers, son aquellas empresas que gestionan el patrimonio de una o varias familias realizando inversiones para seguir rentabilizándolo. Aunque tradicionalmente no acostumbraban a invertir en startups, por el riesgo que suponía, el desarrollo del ecosistema emprendedor y de startups ha generado interés en este tipo de inversores.
- Venture capital: algunas empresas de capital riesgo invierten en startups que se encuentran en fases relativamente tempranas de su creación. Esta es una buena opción, ya que además de dinero, el venture capital suele aportar asesoría y acompañamiento para garantizar el mejor funcionamiento y el crecimiento de la startup. En este contexto, los emprendedores pueden encontrar fondos genéricos o especializados por sector de actividad o por finalidad (por ejemplo, fondos de venture capital que solo invierten en startups de impacto).
Un ejemplo de financiador en fase seed es BStartup: “Invertimos tickets de 100.000 euros en empresas digitales y tecnológicas en fases iniciales, buscando compañías con un fuerte potencial de crecimiento y modelos de negocio escalables e innovadores”, explica Jose Manuel Carol, director operativo de BStartup. “A la hora de analizar startups, nosotros nos fijamos principalmente en el equipo, el mercado (tamaño, tendencia, estructura, competidores, etc.), el producto y las métricas. En función del estadio en el que se encuentra la startup damos mayor o menor importancia a cada uno de los cuatro puntos comentados”, detalla Carol, quien añade que, además, “también analizamos otras cosas como el plan financiero, el modelo de negocio, la estrategia de entrada en el mercado, etc.”.
Pero BStartup no ofrece solo financiación: “cuando nos convertimos en socios de las compañías pasamos a formar parte del mismo barco y tratamos de ayudar en todo lo que podemos para que la compañía consiga alcanzar sus objetivos. Esto no tiene nada que ver con estar en el día a día de la compañía, ya que ese no es, ni creemos que deba ser, nuestro rol. Pero sí intentamos ayudarles con contactos, reflexiones estratégicas, mapa de financiación, etc.”, remarca Carol.
¿A qué indicadores le da más importancia BStartup? “Aunque nos preocupa cada vez más el impacto social y medioambiental de las startups, por nuestra parte aún le damos más importancia a los indicadores económicos, principalmente por dos motivos: el primero, porque somos un fondo generalista y, el segundo, porque pensamos que para conseguir que una startup genere el mayor impacto posible tiene que perdurar en el tiempo y eso implica que debe tener unas buenas métricas de negocio”, responde el director operativo de BStartup.
Serie A y B
La financiación serie A llega en un momento de crecimiento de la empresa, que ya genera ingresos, pero aún sigue sin obtener beneficios tangibles. En esta ronda de inversión se busca una cantidad superior a la fase seed, entre 1 y 5 millones de euros, para ampliar el equipo, generar ingresos y perfilar la empresa para atraer futuros inversores.
En una segunda fase de crecimiento, la startup, ya consolidada, abre una ronda de inversión serie B. En este punto, se trata de una empresa que genera ingresos, el trabajo está en marcha y parte del negocio está 100% desarrollado. Lo que busca esta nueva ronda de inversión es incrementar el valor, desarrollar completamente la empresa y, como consecuencia, incrementar ingresos. La serie B sirve para una expansión. Para ello, se necesita una inyección de capital más alta, de entre 5 y los 20 millones de euros, que aportan grandes inversores, entidades de capital riesgo, etc. La empresa, en ese momento, pasa de una fase de crecimiento a una de maduración.
En esta fase, se suman a las vías de financiación anteriores:
- Fondos corporativos: al igual que el venture capital, el fondo corporativo es un vehículo constituido por una o varias empresas para canalizar capital en forma de inversión a startups. El objetivo, además de obtener un rendimiento financiero, es generar valor para la startup a través de la experiencia de la empresa en el sector.
- Capital externo de los bancos: a medida que va aumentando la solvencia de la startup, los bancos están más dispuestos a concederles préstamos elevados.
Entre la fase anterior y esta, encontramos un ejemplo de venture capital de impacto como es Ship2B Ventures. “Invertimos en fases entre semilla y Serie A, lo que significa que son proyectos que ya tienen una validación de producto y mercado, hay una cierta tracción, y preferiblemente ya tienen sus primeras ventas, aunque este último punto no es necesario”, explica Jordi Ferrer, director de inversiones en Ship2B Ventures. “Nuestros principales requisitos para invertir en una startup son: un gran equipo emprendedor con intencionalidad de impacto, un modelo de negocio robusto en un mercado en crecimiento, y una visión clara de los hitos a conseguir tanto en la ronda en la que entramos como a futuro. También medimos sistemáticamente la profundidad del impacto, que nos ayuda a cuantificar el valor que está aportando la startup en función de sus resultados. Lo que hace la diferencia de una startup suele ser por un lado un gran equipo, y por otro que los principales métricas de negocio y de impacto sean las mismas, de este modo aseguramos que un mejor resultado o tracción en el negocio se traduce en un mayor aporte a la sociedad”, añade Ferrer.
Una vez invertida, Ship2B Ventures “acompaña con un plan de acción personalizado en el que aplicamos aquellas acciones identificadas durante la fase de estudio. Estas acciones suelen ser organizativas, como ayudar a conseguir certificaciones como la BCorp, ayudar con la teoría de cambio o a medir de forma sistemática el impacto generado, así como también de negocio, en cuanto a la consecución de los hitos marcados”, repasa Ferrer. “Y, por supuesto, para nosotros son igual de importantes las métricas económicas y las de impacto. Al ser un fondo de impacto lo primero que miramos en un proyecto es su ángulo social y/o medioambiental, que es nuestro primer filtro. Una vez validado, realizamos un análisis de potencial de negocio para el cual tenemos como objetivo que la startup tenga un potencial de retorno igual o superior al mercado. Este es exactamente el compromiso con los inversores, demostrar que se puede invertir en proyectos de impacto social sin renunciar a la rentabilidad”, remarca el director de inversiones de Ship2B Ventures.
Serie C+
En esta fase, denominada también avanzada, la startup funciona ya como una empresa consolidada. En este contexto, cuando abre una ronda de inversión serie C, generalmente busca capital para adquisiciones, desarrollo de nuevos productos e incluso preparar la empresa para posteriores fases como la salida en Bolsa. Dependiendo de las necesidades concretas de cada empresa, en la serie C se busca un capital entre 20 y 250 millones de euros.
Las formas de financiación en esta fase son diversas: la búsqueda progresiva de inversores y de prestamistas es una opción, así como el incremento en la acumulación de capital autogenerado. En caso de que la salida a bolsa haya sido exitosa, también se obtendrán beneficios a partir de esta.
Artículo elaborado junto a BStartup
BStartup es el servicio de Banco Sabadell para startups y scale ups, proporcionándoles banca especializada e inversión en equity.