Desde el inicio de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus hemos visto cómo los diferentes agentes gubernamentales, económicos y sociales se han puesto en marcha con acciones para paliar sus consecuencias en diferentes ámbitos. Hasta ahora, en este blog, hemos recogido algunos de esos proyectos vinculados al propio sector sanitario, a cómo las startups de impacto reivindican su papel como una apuesta a largo plazo, y cómo las grandes y pequeñas empresas han puesto su maquinaria en marcha para contribuir con sus recursos a apoyar a la sanidad y a los diferentes colectivos afectados.
Hoy queremos detenernos en otra pieza clave en esta lucha contra las consecuencias del coronavirus en otras víctimas menos mediáticas: el Tercer Sector. Las entidades sociales están siendo esenciales en el trabajo de calle y la atención directa a los colectivos más vulnerables. Colectivos como el de las personas mayores -con más de 800.000 personas mayores de 80 años viviendo solas-, las personas sin hogar o en situación de exclusión social -que representan el 26,1% de la población-, o menores – 1 de cada 3 niños está en riesgo de exclusión social en España-, entre otros grupos que están sufriendo la dureza de la situación de confinamiento actual.
Ante esta situación, las entidades del tercer sector no frenan sus labores. Son muchas las que están reestructurando sus recursos humanos y económicos para implementar medidas que ayuden a no dejar a nadie atrás. Hemos escuchado cómo Cruz Roja o Médicos Sin Fronteras han puesto sus equipos humanos y técnicos a disposición de las autoridades públicas para mitigar el colapso del sistema sanitario, cómo Aldeas Infantiles SOS y Save the Children trabajan para evitar el aislamiento económico y social de los más pequeños, o cómo organizaciones como los Bancos de Alimentos y Cáritas mantienen sus redes de distribución de comida y ayudas esenciales a las personas más desfavorecidas.
La experiencia de las entidades B-Value
No solo las grandes entidades siguen buscando soluciones a unas problemáticas que se intensifican estos días, sino que todas las organizaciones repartidas por el territorio nacional están poniendo su granito de arena. Así lo demuestran, entre otras, las entidades que han pasado por B-Value, el programa que impulsamos junto a Fundación Banco Sabadell desde 2017 para promover la transformación del sector social a través de la innovación, que expusieron su situación, sus problemáticas y sus propuestas para esta época de crisis en una sesión virtual que reunió a más de 40 organizaciones de sus cuatro ediciones:
- Seguimiento diario: aunque en algunos casos es inevitable el desplazamiento para acercar comida o productos sanitarios a los colectivos, las entidades están intentando aprovechar los beneficios de la tecnología para seguir estando cerca de las personas más tiempo y ofrecer apoyo emocional. Es el caso, por ejemplo, de AMI-3, asociación en favor de personas con discapacidad, que establece conexiones entre familias para que se acompañen y compartan su red de recursos, o Ludalia, fundación que potencia y busca normalizar el ocio y la cultura para personas con discapacidad intelectual, que conecta a los jóvenes de la fundación a través de videollamada cada semana para que interactúen. Estas entidades, además, realizan un acompañamiento personalizado y también en el duelo que pueden pasar muchas de estas personas con discapacidad cuando sus cuidadores, muchas veces personas mayores, son ingresados por Covid-19. También Teixint Connexions, cooperativa de iniciativa social que busca establecer puntos de encuentro entre el tejido asociativo y los agentes sociales, o la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales, mantienen contacto telefónico diario con los colectivos de más riesgo con los que trabajan. Esta última entidad ha creado línea arcoiris, para atender personas del colectivo que se encuentren en situación de especial vulnerabilidad debido a la crisis sanitaria. Un apoyo psicológico que también llevan a cabo Catnova, asociación que atiende a personas en situación de vulnerabilidad, haciendo seguimiento de personas mayores que viven solas, o Fundación Intermedia, entidad que atiende a personas en riesgo de vulnerabilidad social o laboral, apoyando a personas con dificultades laborales. Por otro lado, estas entidades se preocupan de sus propios trabajadores, realizando, como es el caso de la Fundación Rey Ardid, seguimiento psicológico a los empleados que se encuentran más expuestos.
- Formación online: para muchas ha supuesto un reto, pero no han querido dejar a sus usuarios sin la posibilidad de poder seguir formándose a distancia. Por ello, entidades como Ludalia, Oretania CR, Nova Feina, Fundación Intermedia, Fundación Rey Ardid, Yoga Sin Fronteras, Santa María la Real, Fundación Nadine, Abrazo Cultural, Factoría F5 o SINGA, están desarrollando clases online, elaborando guías o listados de propuestas especialmente enfocadas a colectivos determinados (tanto educativas como de ocio), o creando material específico para los diferentes colectivos atendidos. Aunque las entidades son muy conscientes sobre las problemáticas de algunos colectivos para tener acceso a la tecnología. Por ello algunas, como por ejemplo AFA Parla, se han organizado para distribuir material en papel y también para recopilar equipos tecnológicos que poder ceder a las familias para que estas puedan trabajar y, además, continuar haciendo un seguimiento telefónico.
- Reorientar el negocio: como vimos en el caso de las empresas, las entidades sociales también han querido aportar su granito de arena a los sanitarios y colectivos que están en primera línea luchando contra la enfermedad. Es el caso, por ejemplo, de Taller de Solidaridad, que está fabricando mascarillas y prevé iniciarse en la confección de batas sanitarias. También Ellas lo Bordan coserá mascarillas para el sector alimentario y las fundaciones de atención directa a los colectivos vulnerables. Por otro lado, Fundación Intermedia está en contacto diario para ayudar a las autoridades a cubrir puestos esenciales y Nova Feina está realizando un esfuerzo para recolocar al personal de limpieza doméstica en centros sanitarios y hospitales, consiguiendo, además, contratos de un año para regularizar su situación.