Jaime Peidró es el director de Relaciones Institucionales de A la Par, una fundación que trabaja por los derechos y la participación de las personas con discapacidad intelectual en nuestra sociedad. Finalista de la 2º edición del programa B-Value, que impulsamos junto a Fundación Banco Sabadell para transformar el sector social a través de la innovación, nos explica en esta entrevista cómo fue su paso por el programa y cómo ha sido la puesta en marcha y los seis primeros meses en funcionamiento del primer Rodilla gestionado íntegramente por personas con discapacidad intelectual.
¡Recuerda! La convocatoria de la 4ª edición del programa B-Value está abierta hasta el 15 de enero. Presenta tu proyecto en este formulario.
Abrieron el primer restaurante Rodilla gestionado por trabajadores con discapacidad intelectual el pasado mes de abril. ¿Cómo surgió la idea?
Al principio, cuando presentamos el proyecto, nuestra idea era abrir una franquicia de un supermercado Eroski, y gracias al proceso de B-Value y las entrevistas con los distintos mentores, ver nuestras fortalezas y debilidades, al final llegamos a la conclusión que el proyecto quizás no era el adecuado. Entonces fuimos a una feria de franquicias, estuvimos identificando distintas y entre ellas nos pusimos a evaluar la posibilidad de abrir una franquicia de Rodilla. Nos pusimos en contacto con ellos y la verdad que fueron todo facilidades para poder abrir la primera franquicia Rodilla gestionada íntegramente por personas con discapacidad intelectual.
Y, ¿cómo ha sido la experiencia?
Hasta ahora genial. Hicimos un lanzamiento ante medios de comunicación, donde tuvimos la oportunidad de contar con los hermanos Carceller, que tienen parte del grupo Damm y parte de Rodilla. Quizás la parte de formación inicial de los trabajadores es la que está siendo más dura, pero Rodilla está haciendo ahí una gran labor. Llevamos ya seis meses abiertos, las cifras están siendo espectaculares y la receptividad de la gente también.
«En seis meses las cifras están siendo espectaculares y la receptividad de la gente también»
¿Qué ha sido lo más complicado para poner en marcha un proyecto como este?
Creo que sobre todo ha sido el identificar los posibles perfiles. Creo que ahí es quizás donde hemos dedicado más tiempo. Pero también ha habido otra parte importante que ha sido el sitio, porque queríamos hacer hincapié, tanto nosotros como Rodilla. en que fuera el sitio adecuado, por lo que tardamos entre tres y cuatro meses en encontrarlo.
¿Cuántos trabajadores tiene ese Rodilla y cómo es su día a día laboral?
En este momento son 14 personas trabajando, de las cuales 12 personas tienen discapacidad intelectual.
«Actualmente este Rodilla ya cuenta con 14 trabajadores, 12 de ellos con discapacidad intelectual»
¿Y cuál es la valoración de los clientes del local?
Sobre todo lo que vemos es que la gente repite, y mucha gente está repitiendo solo por el hecho de que cómo son tratados, de esa especial atención, de ese especial cariño. También las empresas cercanas, cada vez más, nos están pidiendo si podemos realizar algún tipo de catering y ya hemos hecho un acuerdo con WiZink. Así que ya estamos construyendo entornos colaborativos cercanos al restaurante.
¿En qué punto está este proyecto y cuáles son los siguientes pasos?
Creo que estamos en una primera fase, del corto plazo, en la que estamos consolidando la plantilla, hay que seguir esa fase de formación, y empieza a ser un proyecto sostenible, las cifras empiezan a mostrar sostenibilidad. También hay una parte comercial donde vamos a hacer ahora más hincapié, dar a conocer más el Rodilla, y también la otra parte del catering, que queremos empezar a desarrollar con empresas tanto cercanas como vinculadas a la Fundación.
«B-Value es como un máster»
¿Qué le aporta a un proyecto como el vuestro el paso por el programa B-Value?
Cuando empezamos el programa B-Value no fuimos conscientes de su dimensión. Yo creo que empezamos un proyecto, para ver cómo iban las cosas, y luego nos dimos cuenta todo lo que había detrás del programa, que ha sido un período de aprendizaje tremendo de alrededor de un año, donde ha habido una implicación muy potente por parte del equipo de B-Value y muy potente también por parte nuestra, ya que le hemos dedicado mucho tiempo. Pero también ha sido un período de aprendizaje, para mi, espectacular.
¿Ha cambiado vuestra manera de pensar estratégicamente durante el paso por B-Value?
Sin duda. Lo que hemos aprendido es una terminología específica del sector, también todo lo que ha sido la parte de economía de impacto, que para mí ha sido un descubrimiento, ya que ahí hay una posibilidad de crecimiento muy grande dentro de las entidades sociales. Y todo eso nos ha servido para aprender a pensar un poco distinto a como pensábamos anteriormente.
«Hemos aprendido sobre economía de impacto y la oportunidad que las entidades sociales tenemos dentro de ella»
¿Qué es lo que más destacarías del programa?
Yo destacaría la emoción de la gente, y la involucración de las personas. Ha sido una maravilla poder compartir con otras entidades, creo que ha habido una unión y un nexo que se ha creado y que va a ser para siempre. Seguimos vinculados, nos pedimos ayuda? Destacar también la emoción por parte del equipo de B-Value, que siempre está dispuesto a ayudar, a echar una mano, a tirar para adelante. Y, por supuesto, también la parte de contacto con los mentores y con otras empresas.
«B-Value te aporta un gran aprendizaje a la vez que vas poniendo a punto tu proyecto de una manera muy práctica»
¿Qué diríais a una entidad que esté pensando en presentarse al programa?
Yo le diría que esto es un máster. Hay quien me pregunta por formaciones en Madrid y yo les digo que se apunten a B-Value, porque la verdad es que es un aprendizaje tremendo, a la vez que vas poniendo a punto tu proyecto de una manera práctica. Me gustaría volver a repetir B-Value, con eso lo digo todo.