Más de la mitad de la población mundial (el 56% según Naciones Unidas) vive en el 2% de la superficie terrestre (según datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente). En otras palabras, más de 4.200 millones de personas viven en grandes ciudades. Y este fenómeno sigue creciendo: se espera que para 2100 el número de megaciudades siga creciendo y, además de las cinco actuales – Tokio, Delhi, Shanghái, Sao Paulo y Ciudad de México-, se sumen Lagos y Kinshasa, superando los 80 millones de habitantes cada una (según se extrae de la investigación ‘Populations predictions for the world largest cities in the 21st century’).
En este tipo de ciudades, ¿cómo se puede gestionar la movilidad? ¿Cómo se ofrece servicio a esos millones de personas? ¿Cómo se responde a esta nueva realidad al tiempo que se protege el planeta? La respuesta de los expertos es clara: creando ciudades inteligentes.
En esas ciudades inteligentes, el papel de la movilidad es esencial y va más allá de los propios vehículos, incorporando aspectos como el rol que juegan las propias ciudades, la colaboración entre sector público, privado y ciudadanía, la sostenibilidad -actualmente las grandes áreas metropolitanas representan la mitad de las emisiones causadas por los desplazamientos de índole urbano y metropolitano-, la inclusión, la tecnología aplicada al sector, etc. En este contexto, el Deloitte City Mobility Index apuntaba tres claves para la movilidad urbana en las ciudades inteligentes:
- Rendimiento y capacidad de adaptación: Minimizar la congestión y los tiempos de viaje, mantenimiento de carreteras y resto de infraestructuras y amplia oferta de formas de transporte.
- Visión y liderazgo: La movilidad urbana requiere innovación, coordinación entre los stakeholders y una buena dirección.
- Servicio e inclusión: La movilidad urbana debe ser accesible para todos los ciudadanos. Una buena cobertura y la reducción de tiempos de espera del transporte público permite una amplia flexibilidad de movilidad a la población.
¿Cómo aplicamos estas tres claves al futuro de la movilidad?
En este contexto, con un futuro en realidad cada vez más presente, Ignasi Gómez, clúster manager de Railgrup, nos recuerda que “la movilidad es una derivada de lo que nos ayuda a hacer nuestra vida, con la salud y el medio ambiente como potenciadores. Y los hábitos que condicionan esa movilidad serán la guía para establecer nuevos modelos, tanto de ciudad como de negocio”. En este sentido, apunta al vehículo eléctrico privado, el urbanismo adaptado a las nuevas necesidades y el transporte público como columna vertebral de esa movilidad, como tres tendencias a tener en cuenta en el corto-medio plazo. Por su parte, Josep Nadal, manager del Clúster de la Indústria d’Automoció de Catalunya (CIAC), añade que este cambio de movilidad pasará primero por una “coexistencia de tecnologías, que nos llevarán de los vehículos de combustión hacia otros más híbridos o eléctricos, para acabar apostando por los más sostenibles, los que nos ayuden a generar menos contaminación. Y esto tanto en el vehículo privado como en el transporte público”.
Timo Buetefisch, cofundador y CEO de Cooltra insiste en este último punto: “las ciudades están muy enfocadas en que su movilidad sea cada vez más sostenible y segura”. En este sentido, apunta, “las administraciones están haciendo una fuerte apuesta por reducir la contaminación y disminuir la congestión del tráfico. Además, a todo ello se suma el cambio notable que se está produciendo en los hábitos de movilidad de los usuarios. Los ciudadanos están dejando a un lado el vehículo propio y pagan por uso para desplazarse. En este contexto, el motosharing o carsharing se están consolidando como una de las principales opciones de movilidad sostenible y uno de los principales complementos al transporte público convencional. Además, la población joven le da mucha importancia a su teléfono móvil, herramienta que les ayuda a gestionar de manera muy ágil la búsqueda de un medio de transporte adecuado y el pago por uso”.
“En unos años, no habrá que hablar de movilidad sostenible, porque la sostenibilidad será algo intrínseco para toda la movilidad”, apunta José María Muro, CMO de Ciclogreen, quien considera que en los próximos 5-10 años serán muy intensos y apasionantes, en los que se asentarán las bases para toda la movilidad del futuro. “Ya lo hemos visto en los dos últimos, que se ha dado una explosión de herramientas, proyectos, iniciativas o empresas que trabajan en este sentido de alguna u otra forma. Es una tendencia que no ha hecho más que empezar, una ola a la que se subirán nuevos proyectos, se bajarán otros, habrá fusiones, compras…”.
¿Qué tecnologías e innovaciones nos ayudarán a alcanzar estas metas?
La evolución del sector de la movilidad no es ajeno a las tecnologías que ya están revolucionando otros sectores. En este sentido, tal como recoge el informe ‘The Future of Mobility’ de The Valley, ya estamos viendo algunas tendencias claras de cómo será esa movilidad a corto-medio plazo:
- Vehículos eléctricos: además de los propios automóviles o autobuses eléctricos, bicicletas eléctricas con comandos de voz o pantallas inteligentes, triciclos que incorporan paneles solares y que funcionan con energía solar, y otros vehículos completamente eléctricos, autónomos y con diseños futuristas, son algunos de los conceptos más innovadores que han ido surgiendo.
- Vehículos autónomos: las empresas tecnológicas o de automoción están trabajando en mejorar la tecnología de los vehículos autónomos haciéndola más segura y cómoda para los usuarios, además de ofrecer otras soluciones innovadoras como los robotaxis autónomos que no cuentan con volante ni pedales. En este sentido, aparecen otros avances como el poder comunicarse con el coche mediante seguimiento ocular o un sistema de inteligencia que permita al coche interactuar con sus pasajeros.
- Movilidad compartida: hace algunos años ya que vemos empresas y aplicaciones que permiten compartir vehículo. Esta es una tendencia que, en los últimos dos años, a raíz de la crisis del coronavirus, se ha visto alterada, pero se espera que se recupere al superar la pandemia.
- Movilidad conectada: gracias al Internet de las Cosas (IoT), ahora podemos hacer que todos los elementos de la circulación se comuniquen entre sí: vehículos, semáforos, señales, etc. Además, con el despliegue masivo del 5G, los coches podrán recibir información sobre plazas de aparcamiento libres o sobre peligros fuera de su campo de visión, mientras que los semáforos podrán autorregularse en función del tráfico y la presencia de peatones, entre otras ventajas.
- Logística de última milla: las tendencias no se dan solo en el transporte de personas, sino que el futuro del transporte de mercancías se revoluciona con nuevas formas de distribución como las cápsulas subterráneas para entregar pedidos on-line desde los centros de distribución, los vehículos autónomos con sensores y cápsulas intercambiables para transportar personas o mercancías, o una tecnología que permita a los repartidores dejar los paquetes en el maletero del automóvil.
- Innovaciones aéreas: el futuro está en la movilidad por el aire. Se habla ya de la fabricación de taxis aéreos eléctricos, que se puedan solicitar desde el móvil, para trasladar pasajeros, o de las bicicletas voladoras con capacidad de despegue y aterrizaje vertical. Para ello, se están trabajando nuevos programas que den respuesta a los retos de autonomía, gestión del tráfico y seguridad del transporte aéreo.
Referente a este último punto, José María Muro cree que “aunque se empieza a hablar mucho de los drones y aéreo-taxis, personalmente creo que no será tan fácil alcanzar ese futuro ‘volador’ que nos anunciaban las películas de ciencia ficción. Veo más cercano tecnologías que faciliten algo como un único transporte autónomo a demanda que cubra las necesidades de los ciudadanos gracias al Big Data”.
También Timo Buetefisch es algo más realista en la tecnología que provocará una tendencia en los próximos años: “En nuestros 15 años de actividad ideamos continuamente soluciones que se adelantan a las necesidades del mercado. El cambio de paradigma se ha producido con la aparición de aplicaciones móviles que le permiten al usuario saber a tiempo real con qué medios de transporte cuenta en ese momento y dónde se encuentran, así como el hecho de poder pagar a través del teléfono móvil. Otras apps también le indican al usuario cuál es la mejor ruta que puede seguir para evitar las congestiones de tráfico. Además, los vehículos cada vez son más autónomos y accesibles. Y es que están cogiendo fuerza tecnologías innovadoras centradas en el ahorro de energía de los automóviles, en la creación de baterías que les permiten una mayor autonomía con un menor tiempo de carga o en la fabricación de materiales que los hacen cada vez más ligeros y los dotan de mayor seguridad para la conducción”.
¿Es compatible esta innovación con el cuidado del medio ambiente?
La respuesta a esta cuestión es unánime: tiene que serlo. “Hemos de encontrar esta compatibilidad, indiscutiblemente. Y para ello debemos ir buscándola y observando los avances. Esto significa tres cosas: primero, la transformación del mercado, con un producto que se debe ir transformando, apostando por vehículos cada vez más respetuosos con el medio ambiente. Esto, a su vez, nos vincula con la ciudadanía ya que el consumidor debe estar dispuesto también a pagar por estos vehículos, a apostar por ellos. Y esta apuesta nos lleva al tercer actor implicado, la administración pública, que debe poner las facilidades para que esto suceda, es decir, ofrecer incentivos económicos y fiscales y, sobre todo, apostar por ayudar a que la red pública disponga de los medios necesarios para su uso, como puntos de recarga de electricidad o de hidrógeno”, explica Josep Nadal.
“Si se utilizan en todos los espacios de la cadena de movilidad medios de transporte sostenible la respuesta es sí. Tanto en pasajeros como en mercancías. No basta, por ejemplo, con distribuir ecommerce en la última milla con vehículos no contaminantes o no perjudiciales para el medio ambiente si la alimentación de los depósitos de ese ecommerce, los almacenamientos y distribución anteriores, no son igualmente no lesivos. Básicamente, lo que en inglés se conocería como ‘Sustainable Supply Chain y Sustainable Mobility Chain’”, remarca Ignasi Gómez.
¿Cuál es el papel del ciudadano en esta movilidad del futuro?
Como se ha apuntado en diferentes apartados, la movilidad del futuro implica a toda la cadena. Y un actor principal de ella es el usuario, tanto directamente en su toma de decisiones de cómo se desplaza, como indirectamente, al escoger, por ejemplo, su compañía de transporte de paquetería o quién y cómo le lleva la cena a casa.
“Lo más importante es que los usuarios tomen conciencia de que sus movimientos y su manera de desplazarse en el día a día cuentan y mucho. La contaminación del aire que se respira en las ciudades es un gran problema. De hecho, según la OMS a medida que disminuye la calidad del aire urbano aumenta entre sus ciudadanos el riesgo de padecer diferentes enfermedades respiratorias agudas, accidentes cerebrovasculares o cáncer, entre otras. Hacer uso de nuevas opciones de movilidad más sostenible son un gran paso para ayudar a que las ciudades donde vivimos sean más sostenibles y seguras”, remarca el cofundador y CEO de Cooltra.
“Siempre es necesario un cambio de actitud y de hábitos. No se trata de excluir al 100% el coche de combustión, sino de usarlo lo menos posible. Un ciudadano comprometido con la movilidad sostenible es aquel que, a pesar de tener el coche en el garaje de su casa y disponer de sitio en su lugar de trabajo para aparcar, decide utilizar otro medio de transporte más sostenible siempre que pueda”, insiste el CMO de Ciclogreen.