Hablar de impacto es mucho más que hablar de intenciones. Además de la voluntad de querer ser social y medioambientalmente responsables, aportando a la sociedad mucho más que los beneficios de nuestro proyecto, es necesario demostrar que ese impacto es real midiendo sus resultados y utilizando estos para mejorar día a día los procesos en nuestra compañía. Pero, empecemos por el principio…
¿Qué es impacto?
Este concepto ha sido definido por diferentes organizaciones y, en algunos casos, presentando pequeñas diferencias en sus aproximaciones. Esto genera algunas discrepancias y dificultades a la hora de aplicarlo y realizar mediciones, ya que no hay una base común o estándar aceptado mundialmente.
Para entender este punto, presentamos algunos ejemplos:
- El Centro de Innovación Social de Australia define impacto social como “el efecto neto de una actividad sobre una comunidad y el bienestar de los individuos”.
- La European Venture Philanthropy Association (EVPA), por su parte, define impacto social como “la atribución de las actividades de una organización a resultados más amplios y de largo plazo, que son definidos como los cambios, beneficios, aprendizajes u otros efectos que pueden ser positivos o negativos, de corto o largo plazo que son el resultado de las actividades de una organización”.
- En esta misma línea, ESImpact, la Asociación para la difusión y la generación de conocimiento sobre la medición y gestión del impacto social, menciona que impacto social es “el cambio que ocurre para / a las personas como resultado de una acción o actividad”.
“Como podemos comprobar, no hay una definición común que todo el mundo acepte y use. Sin embargo, desde 2016, diversas organizaciones como Nesta, Acumen, Oxfam, Rockefeller Foundation, Bridges Fund Management, IDB, Phenix Capital, PGGM, entre otras, han trabajado para desarrollar un consenso sobre la definición de impacto y cómo se debe medir y gestionar. Esto ha sido posible a través de la creación del Impact Management Project (IMP) que ha definido el impacto como ‘un cambio en un resultado causado por una organización. Un impacto puede ser positivo o negativo, intencionado o no intencionado’. Es con esta definición con la que nos alineamos desde Fundación Ship2B y la que aplicamos en todos nuestros programas y actividades”, explica Juliana Cadavid, nuestra Impact Manager.
¿Qué es la medición y gestión del impacto?
Más allá de la definición de qué es el impacto, también es importante entender qué son la medición y la gestión de impacto, dos elementos esenciales para promover el impacto en todos los niveles de una compañía. En este sentido, “cuando hablamos de medición de impacto nos referimos al seguimiento de un conjunto de indicadores que permiten traquear la consecución de los diferentes resultados o el impacto que generan las actividades de una organización”, remarca Cadavid. Estos resultados nos permitirán verificar y entender si estamos logrando lo que nos hemos propuesto en cuanto a impacto, es decir, si estamos generando los efectos esperados en los beneficiarios y el medio ambiente.
Por otro lado, la gestión del impacto es el uso de la información obtenida del seguimiento de los indicadores. Estos nos permitirán entender, mejorar o modificar aspectos del producto o servicio realizados por la empresa. La gestión del impacto implica también una buena gobernanza en las compañías, permitiendo crear estrategias y una cultura del impacto que perdure en la organización, la cual debe estar alineada con la estrategia de negocio de la empresa para, de esta forma, poder maximizar su impacto social y medioambiental. “Pensar como la gestión del impacto permite poner en el centro de la organización a los beneficiarios, quienes son los que experimentan los cambios resultantes de nuestro producto o servicio”, remarca nuestra Impact Manager.
A la hora de poner en marcha un proceso de medición y gestión del impacto, Guillermo Casasnovas, profesor de Esade, recuerda que “no consiste únicamente en seleccionar tres o cuatro indicadores, sino que es un proceso que incluye establecer los objetivos de impacto, seleccionar a los stakeholders relevantes, definir unos indicadores, verificar los resultados y comunicarlos”. En este sentido, Casasnovas recomienda “tomarse la medición y gestión del impacto como un camino: tardarán años en tener un sistema de medición sofisticado, pero lo importante es empezar a caminar y dar los primeros pasos”. Por su parte, María Cruz-Conde, codirectora de Open Value Foundation, remarca la importancia de contar con ese proceso o sistema de medición y gestión de impacto desde el inicio: “Creo que muchos lo desarrollan más adelante, cuando los inversores u otros stakeholders se lo reclaman, pero es importante plantearlo desde el principio. Si vamos a empezar a trabajar sobre una problemática que afecta a unas personas, ¿no deberíamos entender cuál es su punto de partida y dónde queremos llegar?”.
Además, tal como apuntaba Juliana Cadavid, Casasnovas insiste en la necesidad de “contar con el compromiso de la dirección para desarrollar un buen proceso de medición y gestión de impacto”. “Hay que intentar que no sea únicamente un departamento estanco el que se encargue de los temas de impacto, sino que toda la organización esté impregnada del enfoque hacia la medición y la gestión de impacto. Esto permitirá que la organización sea cada vez más eficaz en conseguir el impacto que se propone”, enfatiza Casasnovas. Y no solo ser más eficaz, sino aprender: «tenemos la oportunidad de aprender de lo que estamos haciendo, de ver que los supuestos que teníamos se están cumpliendo realmente. Si por ejemplo pensábamos que determinada secuencia de actividades iba a conllevar un impacto positivo, es importante darle seguimiento a estas hipótesis para validar que es el caso o darnos cuenta de que no lo es. Cuando nos damos cuenta de que no estamos logrando el impacto deseado tenemos una oportunidad para mejorar, aprender, maximizar, reorientar», explica Sophie Robin, cofundadora de Stone Soup, en una entrevista publicada en Efecto Colibrí.
¿Qué herramientas existen para medir y gestionar el impacto?
“Tal y como mencionamos anteriormente, el mundo del impacto no tiene un estándar único, han convivido diferentes definiciones, metodologías y herramientas de medición, lo cual hace compleja su práctica y aplicación. Es por esto que desde Fundación Ship2B hemos hecho un análisis de algunas metodologías y herramientas y hemos escogido las que consideramos que tiene sentido para los proyectos con los que trabajamos, ya que son conocidas y pueden aplicarse a las empresas sociales y startups que estén en etapas tempranas de su desarrollo”, explica Cadavid.
En este contexto, desde Fundación hemos tomado como guía la metodología de los cinco pasos de EVPA y las cinco dimensiones para medir el impacto desarrolladas por el IMP. Ambas metodologías se basan en entender muy bien:
- El problema que se espera resolver y los cambios que se esperan generar
- Los stakeholders que perciben los cambios
- Los indicadores apropiados para medir cuánto cambio se ha generado
Nuestra #ImpactAdventurer de este mes, Lisa Hehenberger, profundiza sobre estos 5 pasos que propone EVPA:
Para dar respuesta a estos puntos, nos hemos enfocado en utilizar las siguientes herramientas:
- El árbol del problema: Es una herramienta de estrategia que permite entender en detalle cuál es el problema principal que se busca resolver, cuáles son las causas de que este problema ocurra y sus efectos. De esta forma podremos conocer en profundidad la problemática, conocer a los principales stakeholders y cómo este problema los afecta. También nos permite entender qué agentes están presentes ya sea resolviendo parte del problema (competidores) o aliados futuros.
- Cadena de valor de impacto: Es una herramienta práctica, promovida por EVPA, que permite medir los impactos como resultados. La cadena de valor de impacto es la secuencia lógica que nos permite entender los posibles resultados e impactos que pueden ser alcanzados debido a los recursos y productos de una empresa social.
- Indicadores: Es el elemento que permite medir los resultados e impactos generados en los stakeholders por un producto o servicio.
Además, Guillermo Casasnovas recuerda que “una herramienta que cada vez se utiliza más entre las ONGs, empresas sociales e inversores de impacto es esa cadena de valor o Teoría del Cambio. Creo que es una herramienta muy potente porque permite conectar la misión de la organización con los objetivos de impacto más concretos y con las actividades y recursos necesarios para lograr esos objetivos. Además, hace una distinción muy importante entre los outputs (productos o servicios realizados por la compañía) y los outcomes (el impacto generado en los beneficiarios). También nos empuja a establecer indicadores para las distintas fases de la cadena lógica, los cuales deberían tender a ser estandarizados con otras organizaciones del sector”.
“Nosotros también apostamos por la Teoría del Cambio como primera herramienta para impulsar la medición y gestión de impacto. Nos ayuda a saber dónde estamos y dónde queremos llegar y, a partir de ahí, sistematizar para ir midiendo, gestionando y, por supuesto, evolucionando. Porque tenemos que tener claro que, en un mundo que cambia cada vez más rápido, hay que ir adaptando nuestra propuesta”, enfatiza Cruz-Conde. La codirectora de Open Value Foundation recuerda, no obstante, que la Teoría del Cambio no es una herramienta de medición en sí, “pero nos ayuda a tener una base y establecer métricas. Después deberemos contar con encuestas y otros instrumentos de medición que nos ayuden a visualizar los resultados y comprobar que estamos cumpliendo con esos objetivos”.
¿Cómo lo han aplicado las startups?
Para ver cómo se ha llevado lo explicado anteriormente a la práctica, contamos con los testimonios de Rehand y Solatom, dos startups aceleradas por nuestros programas S2B Health&Care y S2B Tech4Climate, respectivamente.
“Para nosotros, la integración de la medición y gestión de impacto ha sido un proceso vivo que comenzó con la participación en el programa de aceleración S2B Health&Care. En él obtuvimos los conocimientos y competencias necesarias para comprender en qué consistía esa gestión del impacto y cómo podía integrarse en nuestros procesos”, explica Jesús Blanquero, de Rehand. “Muy a menudo, los emprendedores tenemos un ‘por qué’ con un marcado impacto social, pero son necesarios una serie de procedimientos que nos ayuden a aterrizarlo, hacerlo tangible y medible. Lo que no se mide, no se puede mejorar”, añade.
En este sentido, Miguel Frasquet, de Solatom, recuerda que, aunque nacieron ya con una intención clara de impacto, “hasta que no pasamos por Fundación Ship2B no lo supimos estructurar. Porque una cosa es que lo midas y que lo tengas presente, y otra totalmente diferente corporativizarlo, interiorizarlo y generar las herramientas dentro de la empresa que te ayuden a tomar decisiones”. “En nuestro caso, las herramientas de medición las diseñamos nosotros mismos a partir de un framework basado en la Teoría del Cambio, que nos permite obtener un dashboard con las métricas, su evolución, etc. Esto nos facilita integrarlo de manera horizontal en la organización y facilita una toma de decisiones más ágil en base a los resultados”, explica Frasquet.
Abajo podéis ver un pantallazo del dashboard con algunas de las métricas que utiliza Solatom:
En el caso de Rehand, la primera aproximación a la integración de la medición y la gestión del impacto fue incluir aquello esencial. “En este tipo de cuestiones, nuestra experiencia es que ‘menos es más’, fundamentalmente debido a la vida acelerada de las startups. Por ello, inicialmente nos basamos en dos herramientas clave: la Teoría del cambio y el Cuadro de Métricas. El primero lo consideramos los cimientos, es algo que prácticamente llevamos tatuado, es la base de lo que hacemos y constituye el grueso de nuestra propuesta de valor. El segundo es nuestra vara de medir, nos aterriza -de forma sucinta- cuánto de palpable estamos consiguiendo hacer la propuesta de valor, en términos de impacto. Somos conscientes de que estamos en una fase incipiente y constantemente valoramos diferentes puntos de mejora”, remarca Blanquero.
En esto insiste Frasquet: “la medición y gestión de impacto es un camino que tienes que tomar un poco con calma. Una cosa que nos pasaba a nosotros es que queríamos hacerlo todo de golpe e íbamos un poco ahí como pollo sin cabeza, pero al final, una estructura, un framework, una guía en la que puedas ir paso a paso es esencial, porque a medida que vas andando el camino, se abren muchas posibilidades y querer abordarlas todas desde el minuto cero es complicado, consume muchos recursos y probablemente vaya a confundir”. Pero, insisten Frasquet y Blanquero, “ponerlo en práctica tiene muchos beneficios, como agilizar y facilitar la toma de decisiones, materializar la propuesta de valor, mejorar los procedimientos, optimizar el argumentario de ventas, etc.”.